Las fiestas de septiembre ("los toros") son, por su duración y características, las más importantes de Monroy. Aunque se han introducido algunos cambios, los festejos se mantienen iguales en lo esencial desde hace décadas.

 

No se conoce a ciencia cierta su origen, aunque pudiera estar relacionado con el auge de la agricultura y el incremento de la demografía registrados en el siglo XIX. Otros indicios, sin embargo, hacen pensar que los festejos son mucho más antiguos. Desde tiempos inmemoriales, por tanto, se celebran "los toros" tras la época de cosechas y a partir del 16 de septiembre.

 

Estas fiestas tradicionales y paganas se vinculaban con la adquisición de ropas nuevas por parte de los monroyegos y con las labores de adecentamiento de las viviendas (se encalaban para lucir como nuevas durante los días festivos).

 

Hace décadas, en la plaza de España se montaban los tablados para celebrar los festejos taurinos. Las bocacalles se cerraban con carros  y carretas. Los cerramientos se realizaban con palos verticales, con separación suficiente para que los mozos pudieran salir y entrar al improvisado ruedo. A partir de los años 50, se optó por reducirlo, para garantizar la seguridad de los intervinientes. Ya en los años 70, la principal plaza del pueblo se sustituyó por la del Canal o de la Charca, un emplazamiento más pequeño y más económico de cerrar. Poco tiempo después, el cerramiento tradicional se sustituyó por una plaza portátil.

 

A día de hoy, los festejos taurinos siguen realizándose en una plaza portátil. Se conservan tradiciones como el "día del medio", en el que se lidian reses por las calles del pueblo, o el "día de la merendilla" (última jornada de las fiestas). Las atracciones, las verbenas y las actividades deportivas han ido adquiriendo cada vez más relevancia en los festejos, aunque el toro sigue siendo el ingrediente estrella de la fiesta.