La fiesta de  "Las Purificás"  se celebra en Monroy cada 2 de febrero. Nunca se traslada al fin de semana más próximo, los actos tienen lugar el día de la Candelaria desde tiempos inmemoriales. De hecho, no existe documentación escrita sobre los inicios del festejo. Los expertos, sin embargo, estiman que los orígenes pueden estar en la Edad Media.

 

A pesar de la falta de testimonio escrito, sabemos que en 1879 fue nombrada mayordoma perpetua de la Cofradía de la Virgen del Rosario doña Manuela Mariscal (maestra del pueblo). Tras el fallecimiento de ésta, recogió el testigo doña  Antonia del Sol, bisabuela de la actual mayordoma. Por entonces, "Las Purificás" eran cuatro mujeres del pueblo que habían tenido su primer hijo en el año en cuestión. Acudían a la iglesia el día de las Candelas para purificarse y ofrecer al vástago. Cantaban  coplas medievales  al son de la  pandereta árabe. Dichas coplas siguen interpretándose en la actualidad y aluden a la purificación de la Virgen.

 

A grandes rasgos, la fiesta se mantiene en los mismos términos. No obstante, existen algunas diferencias. Antiguamente, la ofrenda no era la rosca de piñonate, sino cereales, embutidos, huevos, quesos y otros productos. La donación, obviamente, era más o menos rica en función de la capacidad económica de la familia que la realizaba y se subastaba tras el oficio religioso. "Las Purificás" no vestían aún la indumentaria regional, iban ataviadas con vestimentas de la época y un pañuelo blanco en la cabeza.  La primera rosca de piñonate se ofreció a inicios del siglo XIX.  También en dicho siglo comenzaron a emplearse trajes regionales, aunque no tan ricos como los actuales.

 

La ceremonia comienza con la misa. Después, la Virgen es sacada en procesión alrededor de la iglesia, mientras los feligreses portan unas velas encendidas durante su trayecto. La leyenda de las velas cuenta que, si éstas aguantan sin apagarse durante la procesión, el siguiente será un año de bienes y buenas cosechas. Terminada la procesión, las puertas del templo se cierran y continúa la homilía hasta el momento del ofertorio, en el que las cuatro jóvenes comienzan a entonar las coplas.

 

En nuestros días, las cuatro "Purificás" son chicas del pueblo elegidas por la mayordoma de la  Cofradía de la Virgen del Rosario. La solista toca la pandereta y otras dos llevan un cesto con tórtolas o palomas. Las roscas de piñonate ofrecidas acompañan a las jóvenes, cargadas por una chica o chico también ataviados con el traje regional. Tras la interpretación de las coplas por parte de "las Purificás",  se presentan a la Virgen todos los niños nacidos a lo largo del año.

 

Durante esta jornada festiva también puede disfrutarse de bailes regionales a cargo de la Asociación Folklórica Recordanzas, degustación de roscas de piñonate y verbena popular. Por la tarde, se procede a realizar el sorteo de las roscas ofrecidas. "Las Purificás" aspira convertirse en Fiesta de Interés Turístico de Extremadura.

 

Fuente: Monroy: historia y tradición. Libro editado por Asociación Histórico Cultural El Bezudo. 

Fotos: Rubén NQ  Fernando Montes, Cristina Lobato, Recordanzas, Montaña Galán.

 

LETRA DE LAS COPLAS CANTADAS A LA VIRGEN DEL ROSARIO

 

Dadnos licencia. Señor,

para entrar en vuestra casa;

confesaremos tu nombre,

muy humildes a tus plantas.

 

Niño, que estás en los brazos,

más hermoso que un clavel;

a tu Madre, que nos abra,

la venimos a ofrecer.

 

Y pues nos la concedéis,

Redentor de nuestras almas,

de rodillas por el suelo

os pedimos esta gracia.

 

Y para que resplandezca

en nosotras dicha tanta,

tomemos agua bendita

para entrar limpias de mancha.

 

Al señor cura rector,

pues que manda en esta casa,

también pedimos licencia

con petición muy cristiana.

 

A publicar el misterio

de esta solemnidad santa

venimos con vuestra ayuda,

Madre de Dios Soberana.

 

Y para que comencemos

a elogiaros. Virgen Santa,

rendida a vuestros pies

pido supláis nuestras faltas.

 

Y para entrar en el Templo

la ofrenda que acostumbraba

era un cordero o paloma,

con cinco siclos de plata.

 

A los pobres permitían,

pues que en todo tiempo se hallan,

dos tórtolas o palomas,

por la Ley observaban.

 

Vais a ofrecer vuestro hijo,

Madre de Dios Soberana,

para que vean los hombres

la humildad que en Vos se halla.

 

En la Ley de Moisés

ninguna mujer entraba

al Santo Templo de Dios

sin estar purificada.

 

Pues Vos, Reina, como pobre,

con la humildad que en Vos se halla,

vais a cumplir con la Ley

que Moisés os tiene dada.

 

A vos. Reina de los Cielos,

no se extiende dicha tanta;

estás más pura que el sol,

pues en Vos no se halla mancha.

 

No porque a Vos os obliguen,

Madre de Dios Soberana,

sino por dar buen ejemplo

a toda alma cristiana.

 

Recibirle, sacerdote,

y mostradle en el altar,

y admirad que es una ofrenda

de la Reina Celestial.

 

La muerte de vuestro Hijo

os la anunció Simeón;

ese fue el primer cuchillo

que pasó tu corazón.

 

Ahí está el profetizado

del profeta Patriarca;

recibidle, Simeón,

dándole infinitas gracias.

 

Presentar en ese Agnus-Dei

y atender a las palabras

que dice San Simeón

en la Escritura Sagrada.

 

Bendita seáis. Señora;

alabada seáis. Reina;

reverenciada de todos

los nacidos en la tierra.

 

Presentar esas palomas,

que es ofrenda acostumbrada,

que en la Ley de Moisés

todas las pobres llevaban.

 

Alégrense los mortales,

muera de rabia el infierno,

que ya ha ofrecido la Virgen

a Dios y Hombre verdadero.

 

Para todo este auditorio,

Reina y Madre esclarecida,

pedimos que con tu Hijo

alcancéis gracias cumplidas.